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Películas de comunicación política

Acabamos de subir a la web de Asesores de Comunicación Pública, las primeras referencias de películas de cine en las que se plantea de una u otra forma la comunicación política. Iremos añadiendo más.

Líderes mundiales sin carisma

Ban Ki-Moon, secreario de Naciones Unidas; Manmohan Singh, el líder indio capaz de dormir a cualquiera con un discurso; Kevin Rudd, el primer ministro australiano poco dado a los excesos pero duro en sus decisiones; o Kohl y Merkel, los dos aburridos cancilleres alemanes; son algunos de los ejemplos que Time pone de «líderes sin carisma», que contrastan con el estilo estadounidense tradicional. La revista aporta una guía rápida para gobernar sin carisma:

1) No te preocupes por la imagen. Lo que haces es lo que cuenta.

2) Recuerda en qué y a quién lideras, diferentes situaciones requieren estilos diferentes.

3) El discurso de Gettysburg está sobrevalorado. Un buen discurso puede ponerte en YouTube, pero nada más.

4) La persistencia compensa. Inténtalo, inténtalo y vuelve a intentarlo.

5) Asume responsabilidades.

España, portada en Time

Qué pocas veces está España en la portada de grandes medios mundiales, pero esta semana el semanario Time en su número de 20 de julio, dedica su portada a tres jóvenes españoles con el título «Generación Decepción: mal pagados, sin empleo y sin salida. Por qué la joven Europa tiene poco por lo que sonreir». Recuerdo ahora que hace poco más de un año y medio, la misma Time o quizá Newsweek, hablaba del pujante papel de España, de nuestra creatividad, de nuestra fuerza, de las jóvenes y animadas generaciones, en comparación con la deprimida Italia.

¿Puede cambiar todo tan rápidamente?

El activismo light de las redes sociales

Sí, te crees que participas y que estás salvando el mundo por hacer un click en una petición, pero lo cierto es que Facebook y otras redes sociales están llena de causas nobles y millones de ciudadanos apoyándola, pero cuyo apoyo no va a ningún lado.

Newsweek del 29 de junio lo cuenta. Tómese el ejemplo de la campaña «save the children of Africa (salva a los niños de Africa)», una de las más populares en Facebook: 600.000 miembros, que no está nada mal; pero 2.801 dólares recaudados, es decir, menos de medio centavo de dólar cada uno, es decir, nada. El miembro que más donó lo hizo con 115 dólares, y el que más captó, 210.

Participar en una campaña en la web es la fórmula más fácil, menos costosa y menos comprometida de participación política.

Grandeza francesa, ¿para qué?

Sarkozy se parece a Napoleón. Tiene la misma estatura física, y pretende tener su estatura política e histórica. Se presenta como el gran patriota, animado a devolver la grandeza a su país. Y pretende estar por encima de las minucias burocráticas de los partidos para convertirse en el gran líder de la Nación.

Por las pretensiones de grandeza de SuperSarko no estaban claras, hizo preparar el mismísimo Pacio de Versalles para recorrer su alfombra roja entre espadas alzadas del Ejército, después de siglo y medio. La última vez que se organizó una reunión del Senado y de la Asamblea allí fue en 1848, convocada por Luis Napoleón. El hiperactivo Sarkozy quiere ser Rey de la República Francesa.

Pero no le sonríen los datos. Su popularidad sigue estancada en los 40 puntos. No le basta con «triangular» como hace usualmente. El último ejempo ha sido el nombramiento de un sobrino de Mitterrand en su remodelado gabinete.

Desde que es presidente de Francia, Sarkozy ha ofrecido puestos clave a sus «adversarios» socialistas, en lo que llamamos gestos de «triangulación», en forma de guiños al campo enemigo. Ahí cuadraban Kouchner en Exteriores o Besson en Inmigración. El lo llama «apertura», y nosotros vemos deseos de mostrar grandeza y generosidad. Pero en las encuestas no se refleja tanto… Quenes sí parecen notarlo son los magullados socialistas, deprimidos y rotos por dentro.

Alguna idea para reforzar la comunicación progresista

Carlos Mulas y yo hemos escrito este artículo en El País, en el que hablamos de los problemas de conexión de los progresistas con la gente. A pesar de tener y promover las ideas mayoritariamente aceptadas, los progresistas están en minoría en casi todo el mundo.

Espero que te guste. Salud.

«Si me pones bien me hundes»

Lo he leído este fin de semana en la excelente crónica histórica de Juan Cruz en El País sobre Adolfo Suárez. Según parece, el interino presidente del Gobierno de la Transición, en 1977, después de negociar con Carrillo, el líder de los comunistas, la legalización del Partido Comunista de España, le pidió un inteligente y curioso favor. Después del anuncio de la legalización, el Sábado Santo de aquel año, previo a las primeras Elecciones Democráticas, Carrillo debería «poner a parir» al presidente Suárez, a pesar de las buenas relaciones que ambos mantenían en secreto. Así fue: Carrillo criticó a Suárez, que le había dicho antes: «Si me pones bien me hundes». Razón de Estado, ficciones necesarias, mentiras piadosas…

POLÍTICAS de izquierda, POLÍTICA de derecha

Qué bien ha recogido mi amigo Antonio Estella la flojera con que andan los progresistas por medio mundo, y ahora notablemente en Europa. Antonio hablá en este artículo tan recomendable de la diferencia entre «las políticas» (las que se están aplicando son de hecho progresistas) y «la política» (los gobiernos y sus líderes, entre los que domina la derecha.

Volvemos a remitirnos a los valores frente a las políticas, las emociones frente a las razones, la visión frente al puro remedio inmediato. En eso los progresistas están más débiles que sus adversarios, que parecen los genios de la gestión económica y la seguridad, cuando en opinión de algunos han sido los causantes de la crisis en que estamos, con sus políticas ultraliberales.

¿Funciona la publicidad negativa? Cuando se pierde no, cuando se gana sí

Mi buena amiga María José Canel, ex del Gobierno de Aznar, presidenta de ACOP, publicó hace unos días un buen artículo sobre publicidad negativa, que recomiendo. Según María José, el problema de la publicidad negativa (en este caso se está refiriendo a la publicidad del PSOE en las Elecciones al Parlamento Europeo, que pretendían trasladar miedo a «derechona») es que puede producir efecto desmovilizador entre los tuyos.

El artículo está muy bien y es muy descriptivo. No estoy para nada seguro de que la publi del PSOE haya desmovilizado a los progresistas, a tenor de la participación lograda, superior a las estimaciones iniciales.

Sucede hoy como siempre: si se gana, se tiende a pensar que todo está bien: el candidato o candidata, la publicidad, el mensaje, la movilización. Y si se pierde, todo está mal. No es proporcionado ni justo. La pregunta objetiva debería ser: ¿y si no se hubieran hecho esos anuncios, el resultado podría haber sido peor? O si se quiere, en sentido contrario, ¿cabe pensar que sin la famosa campaña ZP de 2004 el resultado podría haber sido incluso mejor?

En fin, nunca lo sabremos de verdad porque analizarlo cuesta dinero, pero deberíamos tener criterio para valorar cada táctica con independencia del resultado global.

En este caso, la Sra. Rushmore ha hecho un trabajo, a mi modo de ver, excelente. Pero no hay manera de comprobarlo.

Berlusconi, espejo de Italia

Muchos estamos perplejos por la popularidad que mantiene el primer ministro italiano Silvio Berlusconi, a pesar del esperpento que protagoniza cada día a cuenta de sus pasiones y ocurrencias.

En la revista Time, el periodista Beppe Severgnini explica el fenómeno en un artículo que me permito traducir aquí, y que es una justificación verosímil. En resumen, Berlusconi es el espejo en que se miran los italianos.

Un Espejo Italiano, por Beppe Severgnini, Time, 11 de mayo 2009

¿Qué piensan los italianos de Silvio Berlusconi? Fácil. La mayoría piensa «es uno de nosotros». Adora a su familia, adora su fútbol, sus amigos, su comida. Y su dinero, claro. Se acoge a la Iglesia por la mañana, a los valores familiares por la tarde, y por la noche coquetea con mujeres jóvenes – a sus 72 años, es un logro notable. Es divertido, no hay duda. En la izquierda, la mayoría de los políticos son aburridos. Ganarles? Pan comido ara Silvio el mago.

A muchos italianos no les importan sus conflictos de intereses (¿quién no tiene unos pocos?), o sus problemas con la ley (los defensores son más simpáticos que los fiscales). ¿Promesas incumplidas, medias verdades, preguntas sin respuesta? La palabra accountability no se traduce bien al italiano. Esta es la tierra de la naturaleza humana, como dijo algún viajero americano alguna vez. Y de la política emocional. Francia es un poco así también. No es una coincidencia que un populista bajo, brillante y rápido, que también es amante de las mujeres, protagonice el show en París. Como nosotros, los franceses ven a los políticos como los británicos ven a los banqueros de la City. Olvidamos y perdonamos, incluso aunque no debamos.

¿Sus meteduras de pata? La mayoría de los italianos cree sencillamente que dice lo que piensa, y no les importa si los extranjeros se sorprenden. Algunas citas son inolvidables, está claro: El bronceado de Obama, las bromas sobre los campos de concentración, comentarios sexistas. Si lideras un gobierno debes saber que tus palabras – cubiertas de manera instantanea y comprimidas en eslóganes – pueden ofender a los de fuera. Los italianos que viven fuera lo saben. Se quejan, con razón, de que las pasadas de Berlusconi permiten que quienes no quieren a Italia nos ridiculicen, ignorando las cosas buenas que hacemos en el mundo.

Para ser justos, los medios internacionales a veces exageran los incidentes. Llamar al presidente estadounidense en frente de la reina Isabel II, después del la foto de familia en la Cumbre del G-20 en Londres («Â¡Señor Obama, soy el Señor Berlusconi!) fue un encantador momento Borat – inocuo y bastante divertido. ¿ Que habló por el móvil mientras Angela Merkel le esperaba en la Cumbre de la OTAN? Sencillamente se estaba exhibiendo («Puedo convencer al líder turco Erdogan que acepte a Rasmussen como jefe de la OTAN. Dejádemelo a mi, chicos»). Y cuando les dijo a las víctimas del terremoto en Abruzzo que pensaran en su situación como si fuera «un fin de semana de camping», seguro, no debió sonar muy bien para los de fuera. Pero la mayoría de los italianos entendieron que el Sr. B. estaba intentado desdramatatizar, bajar, difuminar la tensión de la situación.

Berlusconi es un político experimentado (estuvo en el Gobierno por primera vez en 1994, y es el único líder europeo nacido antes de la II Guerra Mundial), y sabe que las incomprensiones internacionales no le hacen daño en casa; con frecuencia más bien al contrario. Los que le critican no votan por él en cualquier caso.

Sus meteduras de pata no son parte de una estrategia mayor. Más bien son espontáneas, el resultado de las inseguridades de un nuevo rico, fermentadas en autoestima y convertidas en pavoneo. Orgulloso de sus logros - primero en el sector inmobiliario, luego en la televisión y el fútbol, fianalmente en la política – el tipo cree que puede decir lo que le guste, cuando le guste y a quien le guste.

Es popular. Una mezcla de Juan Perón y Frank Sinatra. Nunca un momento plano. ¿Le critican los medios italianos? Nos sus periódicos y sus televisiones. No, con unas cuantas excepciones, los medios controlados por el Estado como la Rai. La prensa de la derecha le adora. La prensa de la izquierda le desprecia. Sólo unos pocos periódicos – incluyendo el mío, el Corriere della Sera – comenta día a día, caso a caso, columna por columna.

¿Hace esto de Italia un país autoritario?  Por supuesto que no. Somos demasiado anárquicos como para permitir a alguien que nos diga qué hacer durante mucho tiempo (todos cayeron, desde César Augusto hasta Benito Mussolini). Berlusconi ha ganado tres elecciones, ha perdido dos, y la democracia está viva y (casi) bien. Italia es como una posmoderna signoria – como la de los Sforza en Milan, los Medici en Florencia – dirigida por un buen anciano amado por sus súbditos.

¿Es Berlusconi un buen primer ministro? Baste con responder que no es mucho peor que sus predecesores, y que se vende mejor. No ha resuelto los ancestrales problemas de Italia – la deuda pública desatada, el crimen organizado, la corrupción, un sistema judicial pulverizado y unas viejas infraestructuras – pero al menos ha proporcionado estabilidad. Italia tuvo una media de un gobierno al año entre el final de la II Guerra Mundial y el fin de siglo. Berlusconi completó su legislatura entre 2001 y 2006, fue reelegido en 2008 y podría durar hasta 2013.

La verdad es que Berlusconi no es el jefe de Gobierno de Italia, sino su autobiografía. Combina la generosidad, la inconsistencia, el talento en accion, la estamina, los lapsos tácticos de memoria y lealtad. Promete cosas que no hace, y hace cosas que nunca mencionó. Sus oponentes italianos – incluos los mejores, lo más honestos y lúcidos – hacen bien en preocuparse. No sobre el propio Berlusconi, sino sobre e Berlusconi que hay en ellos.